miércoles, 31 de julio de 2013

La filosofía como actividad de alto riesgo


Recientemente un amigo, que lee este Cuaderno, me comentaba que yo debía dejar de hablar tanto de filosofías y dedicarme a la ciencia en sí y a su historia. Mi primera reacción fue preguntarle si esta recomendación era porque mis escritos, que tampoco pretenden ser más que una incitación, no le parecían interesantes. Su respuesta consiguió sorprenderme:
  • No, amigo mío, es que temo por tu seguridad; los que se dedican a la filosofía acaban siempre mal.
  • Y, ¿cómo es eso? ¿Es acaso la filosofía una profesión de riesgo?
Y aquí mi amigo, que goza de una memoria privilegiada y que ha estudiado historia de la filosofía desde que yo recuerde y que siempre ha dejado muy claro que él es ante todo funcionario de Hacienda, pidió otra cerveza y desgranó lo siguiente:

  • Juzga tu mismo. El primer filósofo importante del que tenemos noticia cierta, Sócrates, fue condenado a muerte por el gobierno de Atenas por, entre otras cosas, corromper a la juventud. Como él mismo se administró la cicuta desoyendo todos los planes, algunos muy factibles, para huir y librarse del castigo, podemos considerar que se suicidó allá por el 399 antes de la era común (a.e.c.). Pero ese no es más que un ejemplo de una larga tradición que ilustra perfectamente los perjuicios que para la consideración de la propia vida tiene el filosofar. Así, en las brumas de la leyenda tenemos a Empédocles que saltó al Etna en el 435 a.e.c. Isócrates se dejó morir de hambre en el 338 a.e.c. Zenón de Citio se rompió un dedo del pie, y eso no tendría nada de extraño sino fuera porque su reacción, como buen estoico, fue contener la respiración hasta que murió en el 262 a.e.c. poco más o menos. En el 52 a.e.c. Lucrecio tomó una poción de amor (toda natural, como hacían los antiguos) y le produjo tal efecto que en su locura acabó suicidándose. Ya que estamos con los romanos no podemos olvidar a Séneca, que prefirió suicidarse tras caer en desgracia con Nerón en el 65 e.c. Y así podría seguir hasta Año Nuevo.
  • Va hombre, esos son sólo unos cuantos ejemplos de la antigüedad...
  • ¡Antigüedad! Bueno, pues como eres tan aficionado al XVII retomaremos la historia por ahí e iremos recortando por no hacerla muy larga. En 1640 Uriel da Costa, tras recibir una soberana paliza de un grupo religioso al que presuntamente había ofendido diciendo lo que pensaba, se fue a su casa y se pegó un tiro. William Jevons prefirió ahogarse en su bañera en 1882. Otto Weininger también se pegó un tiro (1903), Ludwig Boltzmann se ahorcó (1906), y Paul Lafargue llegó a un acuerdo de suicidio con su esposa, Laura Marx, en 1911. Y seguimos, Stanislaw Witkiewicz también llegó a un acuerdo de suicidio usando pastillas con una amiga tras la invasión soviética de Polonia en 1939, aunque ella (no filósofa) sobrevivió. Walter Benjamin viendo que no podría escapar de los nazis se suicidó en la frontera franco-española en 1940. Simone Weil se dejó morir de hambre en 1943 no se sabe muy bien si en solidaridad con las víctimas de la guerra o por haber leído a Schopenhauer. En el otro bando, la filosofía también hacía estragos: Ernst Bergmann se suicidó cuando los aliados entraron en Leipzig en 1945.
  • Pero, ¿ese no era el que decía que Hitler era el mesías...?
  • No me interrumpas, que esto sigue. En 1954 Alan Turing murió a lo Blancanieves mordiendo una manzana envenenada.
  • Ni me parece bien la insinuación, ni está claro que fuese un suicidio...
  • El caso es que estaba vivo, sano, no era viejo, había flirteado con la filosofía y se murió, ¿no? Pues eso. Bueno, sigo. Tu amigo Kurt Gödel, el platónico, también se dejó morir de hambre por temor a que lo envenenaran en 1978. Evald Ilyenkov también se suicidó en 1979, el mismo año en que Nicos Poulantzas se tiraba por la ventana de un piso veinte del edificio en el que vivía. En 1983 Arthur Koestler llegaba a un acuerdo de suicidio con pastillas con su compañera, y a ella debía gustarle la filosofía más de la cuenta, porque murieron los dos. En 1994 David Stove se ahorcó, Sarah Kofman esperó al cumpleaños de Nietzsche para hacer lo propio y Guy Debord prefirió pegarse un tiro. Y por no hacerlo demasiado largo nombraré a uno que tienes leído, Gilles Deleuze, que se tiró por la ventana al año siguiente. ¡Ah, bueno! Se me olvidaba otro pacto de suicidio, el de André Gorz y su mujer, que se pusieron inyecciones letales en 2007.
  • ¡Qué barbaridad!
  • Y eso no es todo. El quitarse la vida uno mismo es sólo uno de los efectos de la filosofía. El otro es que te quieran matar, ya sean gobiernos, turbamultas o particulares.

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miércoles, 24 de julio de 2013

Consurso ED: Tres letras

[Idea original de Juan Carlos Llauradó @JuanCarlosLlaur]

Observa detenidamente estas tres imágenes...




¿Qué código de tres letras relaciona las tres imágenes?

La respuesta se considera correcta sólo si se suministra con la explicación correspondiente.

Las respuestas se dejan como comentarios a esta entrada, que estarán moderados y no serán visibles hasta el 31 de agosto o que haya tres acertantes, lo primero que ocurra. Como es habitual este entretenimiento es o trivial o diabólicamente difícil.

Pista:

Курительная трубка


La respuesta correcta es (en tipografía blanca, selecciona entre los corchetes para verla):

[GLY]

Han acertado:

flagellum (a la primera)
francisthemulenews (a la segunda)
moigaren (a la primera)

Podéis ver el razonamiento tras la respuesta en los comentarios de los acertantes.

Muchas gracias a todos por participar y especialmente a Juan Carlos Llauradó por la idea y acordarse de este blog para publicarla.




martes, 23 de julio de 2013

Los triángulos de luz y el sintético a priori


Sabemos por las notas y la correspondencia, publicadas póstumamente, de Carl Friedrich Gauss que éste precedió a János Bolyai y a Nikolái Ivánovich Lobachevsky en el desarrollo de la geometría hiperbólica allá por la década de los veinte del siglo XIX y que llegó al convencimiento de que era lógicamente factible que el propio espacio físico fuese hiperbólico, o no euclídeo.

El descubrimiento de las geometrías no euclidianas, parafraseando a Hilary Putnam, es el descubrimiento más importante en la historia de la ciencia para alguien interesado en el estudio de nuestra capacidad de conocer el universo. Efectivamente, privó a los racionalistas de la existencia del conocimiento sintético a priori y dio a los empiricistas una estupenda pista de cómo el conocimiento matemático podría encontrar acomodo en el empiricismo. Veámoslo someramente.

A principios del siglo XIX todo el mundo daba por sentado que la geometría (euclídea) era un conocimiento a priori y una descripción verdadera de la estructura del espacio. Curiosamente quien más heterodoxo se había mostrado con esta idea, aunque en su tiempo no se expresase de esa manera, fue Leibniz, habitualmente etiquetado como racionalista, que, a diferencia de Newton, no consideraba el espacio como un absoluto dado, sino como las relaciones entre los objetos. A diferencia de las verdades a posteriori, las verdades de la geometría euclidiana parecían prácticamente irrefutables, lo que ponía la posición de los empiricistas en serias dificultades.

De igual forma que hizo falta un Einstein para encontrar una forma de comprobar experimentalmente la existencia de los átomos más allá de toda duda razonable en la forma de sus ecuaciones para el movimiento browniano, fue necesario un Gauss para encontrar que si se combinaban las afirmaciones de Euclides con los conocimientos de óptica, se obtenía una conclusión comprobable experimentalmente sobre la geometría del espacio real. Algo así:

Euclides: Los ángulos de cualquier triángulo suman 180º
Óptica geométrica: La luz viaja en líneas rectas
Conclusión: Los ángulos de cualquier “triángulo de luz” (un triángulo cuyos lados sean rayos de luz) suman 180º

Hasta Gauss (o, para el público en general, hasta Bolyai y Lobachevsky) si las mediciones de un triángulo de luz hubiesen contradicho esta conclusión, automáticamente se hubiese achacado a un defecto en la medida, por mucha precisión que ésta pudiese haber tenido, ya que lo contrario nos habría dejado sin una geometría alternativa. La invención [no descubrimiento, que eso es de platónicos] de las geometrías no euclídeas cambió esta situación.

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viernes, 19 de julio de 2013

El papel de la insulina en la enfermedad de Alzheimer


A pesar de que se desconozca aún el origen último de la enfermedad de Alzheimer, uno de sus signos evidentes es la acumulación de ciertas proteínas (beta-amiloide y tau) en el cerebro. Pero cada vez hay más pruebas de que la hormona insulina también juega un papel importante. Entre estas pruebas está la asociación en ambas direcciones entre la diabetes tipo 2 (DT2) y la enfermedad de Alzheimer (EdA), y el aumento de riesgo de padecer EdA a los tres años de que se diagnostique resistencia a la insulina.

The Dana Foundation ha publicado recientemente las principales ideas aportadas en un simposio sobre la relación entre insulina y EdA celebrado el pasado mes de abril en la Academia de Ciencias de Nueva York (EE.UU.).

El que existe una relación, como hemos dicho, entre resistencia a la insulina y alzhéimer es algo sobre lo que hay bastante consenso. Ahora bien, a la hora de responder a las dos preguntas fundamentales, el consenso se evapora. Estas preguntas son: ¿Es la EdA básicamente una diabetes del cerebro en la que lo que falla en última instancia es la capacidad para usar la glucosa? O ¿es más bien una cuestión de los procesos de señalización de la insulina no relacionados directamente con la gestión de la energía?

Para que nos hagamos una idea de la complejidad de las respuestas consideremos que algunos de los participantes en el simposio han llegado a sugerir que tanto la insulina como la beta-amiloide se degradarían mediante la misma enzima, lo que implicaría que mucha o poca insulina en el cerebro podría afectar a la eliminación de la beta-amiloide y promover por tanto su acumulación.

El simposio también ha puesto de manifiesto que aún no se tienen claros ni los mecanismos, ni las moléculas implicadas. Los intervinientes han visto necesario describir recurrentemente qué entienden por EdA desde el punto de vista biomolecular. Eso sí, ha aparecido frecuentemente la idea de que podría ser una posibilidad que los fármacos actualmente aprobados para la diabetes podrían ser beneficiosos para la EdA.

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jueves, 18 de julio de 2013

Las dos culturas y más allá: Ciencia, Sociedad y Desarrollo (curso de verano)

La incidencia de la ciencia en la vida de las personas, mediante el uso y disfrute de sus productos, así como el efecto que ejerce sobre el desarrollo económico pueden ser elementos que ayuden a salvar la distancia cultural existente entre las grandes ramas del saber, las ciencias experimentales y naturales, por un lado, y las letras y ciencias sociales, por el otro.

Ese es el tema que nos proponemos desarrollar en el curso que ha preparado la Fundación vasca para la ciencia Ikerbasque y la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU en los Cursos de Verano de Donostia/San Sebastian de la UPV/EHU cuyo programa aparece a continuación, y en el que un servidor tiene el honor de participar.

El curso, por contenido y ponentes (permítaseme la inmodestia al ser un elemento de ese conjunto), no puede ser más interesante. Tanto es así que yo asistiré como alumno los tres días.

Palacio Miramar (San Sebastián). Sede del curso.


Programa Curso B5

2 de septiembre

09:00h Entrega de documentación
09:15h “Ciencia, sociedad y desarrollo” Juan Ignacio Pérez Iglesias (Cátedra de Cultura Científica, UPV/EHU, Bilbao y Facultad de Ciencia y Tecnología, UPV/EHU, Leioa).
10:15h “El caso de la lingüística y las ciencias cognitivas como modelo” Itziar Laka Mugarza (Facultad de Letras, UPV/EHU, Vitoria-Gasteiz).
11:15h Pausa
11:45h “Ciencia y literatura” Manuel Lozano Leyva (Universidad de Sevilla, Sevilla).
12:45h Mesa redonda:“Revoluciones científicas y desarrollo socioeconómico” Juan Ignacio Pérez, Itziar Laka Mugarza y Manuel Lozano Leyva.

3 de septiembre

09:15h “Las promesas de la ciencia. Una perspectiva histórica” Jaume Navarro Vives (Ikerbasque, Fundación Vasca para la Ciencia).
10:15h “Crecimiento económico y ciencia: una visión alternativa” Sara De la Rica Goiricelaya (Facultad de CC. Económicas y Empresariales, UPV/EHU, Bilbao).
11:15h Pausa
11:45h “Ciencia y Poder” José Manuel Sánchez Ron (Real Academia Española de la Lengua y Universidad Autónoma de Madrid, Madrid).
12:45h Mesa redonda:“Ciencia y economía en el siglo XXI” Jaume Navarro Vives, Sara De la Rica Goiricelaya, José Manuel Sánchez Ron.

4 de septiembre

09:15h “La ciencia al servicio de la salud humana” Iciar Astiasarán Anchía (Universidad de Navarra, Pamplona).
10:15h “Malos usos de la ciencia” José Manuel López Nicolás (Universidad de Murcia, Murcia).
11:15h Pausa
11:45h “De la ciencia a la factoría”, César Tomé López (Editor de Mapping Ignorance, Linares, Jaén).
12:45h Mesa redonda:“La ciencia en la vida de la gente” Iciar Astiasarán Anchía, José Manuel López Nicolás, César Tomé López, Juan Ignacio Pérez Iglesias.


La información relativa a inscripción, alojamiento y contacto, se encuentra en la página oficial de los cursos, así como el programa oficial del curso B5.

martes, 16 de julio de 2013

Creencia y experiencia (y II)

[Esta es la segunda parte de este artículo. Si bien se puede leer independientemente sin pérdida sustancial de contenido, la lectura de la primera parte lo contextualiza.]



¿Por qué el lápiz parece torcido cuando está sumergido parcialmente en agua? La mayoría no se preocupa en encontrar una respuesta; de hecho, no sólo no se plantea la pregunta sino que ni siquiera es consciente de que cabe plantearse una pregunta. Parten de la premisa de que el lápiz es recto todo el tiempo y siguen con sus ocupaciones. Pero hay otras personas con otras mentalidades que sí se la plantean.

Para determinado tipo de personas una posible respuesta sería que estamos ante un acto de un dios destinado a minar la confianza de los humanos en su capacidad de conocer, poniendo de manifiesto el profundo misterio del universo y apuntando a la verdad revelada a través de la casta sacerdotal local (en sentido espaciotemporal) como única vía de conocimiento. Esto puede contentar a unos cuantos.

No así a la minoría de los curiosos profesionales, las personas con mentalidad científica. Estos científicos han sido capaces de producir una explicación científica de por qué el lápiz parece torcido que también tiene su interés filosófico.

Los científicos empiezan hablando del mecanismo de la visión. Su historia dice más o menos así: para ver algo la cosa a ver refleja los rayos de luz y estos rayos de luz entran en el ojo donde se inician una serie de procesos biofísicos, bioquímicos y biológicos que resultan en nuestra consciencia de ver algo.

Pero, como es obvio, antes de ponernos con lo complicado (del ojo para dentro), habría que centrarse en lo fácil (del ojo para fuera): la narrativa científica de qué y cómo se comporta un rayo de luz. Los científicos nos dirán que viajan en líneas rectas , pero que cuando pasan de un medio como el agua a otro como el aire se curvan o refractan en un cierto ángulo.

Armados con estas historias los científicos pueden explicar no sólo por qué los lápices parecen torcidos cuando están semisumergidos en agua, sino también por qué las monedas circulares parecen elípticas si se las mira desde cierto ángulo, o por qué el tablero de una mesa puede ser rectangular o una línea más o menos ancha en función de la posición del observador, y así multitud de fenómenos similares en los que intervienen rayos de luz.

Estas interesantes historias de los científicos nos muestran (suponiendo que las aceptemos) que tenemos toda la razón a la hora de descartar como no válida nuestra experiencia del lápiz que se tuerce al sumergirlo en agua. El científico explica lo que postulamos instintivamente: que el lápiz está recto pero parece torcido. Y la mayoría de nosotros, enfrentados al escéptico epistemológico recalcitrante que dice “pero, ¿puedes probar este postulado?”, responderemos “yo no, pero los científicos sí”.


Sin embargo, estas historias de los científicos tienen sus intríngulis filosóficos, y por eso despiertan un interés añadido.  

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martes, 9 de julio de 2013

Creencia y experiencia (I)


Lo que se suele conocer como sentido común, en última instancia, no es más que una acumulación de prejuicios con los que venimos equipados, en buena parte gracias a la evolución. Entiéndaseme bien, llamar conjunto de prejuicios al sentido común no es negativo en sí mismo. Sólo cuando estos prejuicios nos hacen adoptar decisiones erróneas o son usados por otros para manipularnos (cosa de la que saben mucho magos, prestidigitadores, publicistas y los buenos vendedores, a un nivel más o menos consciente, eso sí) podrían calificarse de dañinos. De hecho, son atajos cognitivos que nos permiten adoptar decisiones rápidas, la mayor parte de las veces de forma automática, lo que suele ser útil para evitar el abuso de un recurso tan escaso, lineal y peligrosamente lento como la consciencia.

Sostenemos que a diferencia de otros “conocimientos” que se dejan llevar por estos prejuicios de forma acrítica, sólo el conocimiento científico permite su análisis y aprovechamiento completo. Dicho conocimiento científico unas veces corrobora lo que nos dice el sentido común y, en otras, lo rebate. Suele ocurrir que, cuando lo corrobora, el conocimiento científico nos permite ir más allá y comprender el fenómeno de tal manera que podemos predecir sus consecuencias y actuar de acuerdo con ellas. Este es el caso de las ilusiones ópticas, por ejemplo, que pueden ser diseñadas cuando conocemos cómo funciona nuestro sistema visual y cómo nuestro encéfalo procesa dicha información.


Es llamativo que fenómenos que percibimos todos los días y a los que estamos acostumbrados no llamen nuestra atención, ya que o no reflexionamos sobre ellos o simplemente los consideremos “de sentido común”. Sin embargo, el análisis científico del fenómeno no es precisamente trivial. Además este análisis científico tiene profundas consecuencias filosóficas. En lo que sigue vamos a intentar ilustrar lo que queremos decir con un ejemplo extremadamente sencillo y familiar. En esta anotación expondremos el ejemplo y apuntaremos cómo establecemos la veracidad de una experiencia y en una anotación posterior la aproximación científica al problema y sus consecuencias filosóficas.

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martes, 2 de julio de 2013

Matemáticas y mundo físico (y III): los pensamientos de dios



En las dos entregas anteriores de esta serie (III) hemos visto dos respuestas que representan los extremos de una misma cuestión que está en el centro mismo de la metamatemática: su apriorismo. Pero la gran incógnita, el gran misterio subyacente que estos planteamientos abordan sólo tangencialmente es por qué las matemáticas son útiles para representar lo que ocurre en el mundo físico; en otras palabras: ¿es el universo inherentemente matemático o son las matemáticas una construcción de la mente humana?

Fijémonos que responder a esta pregunta suponer sacar a las matemáticas de sí mismas. Me explico. Suponiendo que aplicamos una lógica adecuada y partiendo de algunos axiomas asimismo adecuados podemos construir toda una serie de enunciados lógicamente consistentes que formen un sistema que si bien puede no ser completo (Gödel), se puede afirmar de él que sus enunciados son verdaderos en cierto sentido. El valor de verdad de cualquier enunciado matemático dependerá de sus consistencia con el resto de enunciados ya probados, y mostrar esta consistencia es lo que se llama prueba matemática. En este contexto un enunciado matemático está “dentro de las matemáticas”.


Sin embargo usar una técnica matemática, esto es, un subconjunto determinado de enunciados matemáticos relacionados estrechamente entre sí, para obtener una respuesta a una pregunta que se realiza desde “fuera” de las matemáticas es lo que se llama matemática aplicada. Y es en el mismo hecho de poder sacar las matemáticas de sí mismas donde estriba el misterio. 

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