miércoles, 14 de julio de 2010

Aprender a leer implica perder la capacidad de reconocer patrones holísticos.




Leonardo da Vinci fue un hombre extraordinario con muchos talentos, entre ellos la capacidad para leer (y escribir) la escritura especular con fluidez. La mayoría de los adultos encontramos esto extremadamente difícil, se cree que sólo 1 de cada 6.500 comparte habilidad con Leonardo, pero parece ser que reconocer imágenes especulares es algo natural en los niños. En el Séptimo Foro de la Neurociencia Europea, que se ha celebrado en Amsterdam (Países Bajos) entre el 3 y el 7 de julio, Stanislas Dehaene, del Colegio de Francia, ha presentado la hipótesis de que aprender a leer requiere que el sistema visual del cerebro sufra cambios profundos, incluyendo desaprender la capacidad de reconocer un objeto y su imagen especular como idénticas.

Dehaene cree que las habilidades desarrolladas relativamente hace poco en el pasado evolutivo de la especie han usado regiones del cerebro que originalmente evolucionaron para otros fines, ya que no habría habido tiempo para el desarrollo de sistemas neurológicos específicos desde cero.

Según este autor sus estudios sugieren que una pequeña región del sistema visual del cerebro se ve activada específicamente por la palabra escrita. Dehaene la llama área visual de la forma de la palabra (VWFA, por sus siglas en inglés). Hasta qué punto esta área está especializada en el reconocimiento de palabras es objeto de debate, ya que también responde ante imágenes. La idea de Dehaene es que el VWFA evolucionó para el reconocimiento de imágenes y “se usa” para el reconocimiento de palabras. Esto tiene sus inconvenientes; este área se activa, más que otras partes del sistema visual, tanto por una imagen como por su reflejo, lo que es útil para reconocer objetos pero no para leer.

El VWFA podría ser responsable de la capacidad de algunos primates para reconocerse a sí mismos en un espejo, o reconocer un tigre incluso si lo único que se ve es un reflejo, lo que constituye un evidente beneficio para la supervivencia. El que sea también fundamental para la lectura explicaría por qué los niños cometen un tipo de error que Dehaene llama “lectura especular temprana”. Se pensaba que solamente los niños disléxicos tenían tendencia a confundir la “b” con la “d” y la “p” con la “q” y a escribir ocasionalmente su nombre de atrás hacia delante, pero Dehaene afirma que todos los niños cometen estos errores.

Sugiere que el error ocurre porque, cuando aprenden a leer, los niños primero tienen que “desaprender” la antigua habilidad para la supervivencia. Si está en lo cierto, entonces en los adultos el VWFA no debería presentar diferencias en su actividad cuando ve una imagen o su reflejo, pero sí debería distinguir cuando lo que ve son palabras o letras o sus reflejos. Esto es, de hecho, lo que ocurre. Dehaene ha usado imágenes por resonancia magnética funcional (fMRI, por sus siglas en inglés) para demostrar que los cerebros de adultos alfabetizados responden a las imágenes especulares de los objetos y a las de éstos como si fueran idénticas, pero a la imagen especular de una palabra y a la palabra como si fueran palabras distintas.

Algunos sistemas de escritura, como el antiguo bustrofedón griego, en el que las líneas alternas se leen en direcciones opuestas [en la imagen], parecen apoyar estas inclinaciones anteriores a la alfabetización. De hecho la mayoría de los alfabetos la apoyarían según Dehaene. Otros investigadores han demostrado que la región del cerebro que corresponde al VWFA en monos es especialmente sensible a ciertas formas, como Y, T y L. Las uniones de líneas en estas letras, cuando se encuentran en la naturaleza, dan una valiosa información espacial, por ejemplo, si un objeto está delante o detrás de otro. Dehaene piensa que nuestro sistema visual se volvió sensible a ellas pronto y que las letras se seleccionaron más tarde porque explotaban esta sensibilidad del cerebro humano a esas formas. Esa sería la razón, según el investigador, por la que esas formas son comunes en todos los alfabetos.

En un trabajo reciente publicado en Cerebral Cortex, Dehaene ha demostrado que la alfabetización también puede cambiar el cerebro de otras maneras. Con un grupo de colegas, comparó las respuestas del cerebro de niños de cuatro años, unos que ya sabían leer y otros que aún no, a letras, números, caras y zapatos. Encontraron que en los patrones de actividad provocados por las caras y los símbolos eran diferentes en los cerebros (en el giro fusiforme, en concreto) de los que sabían leer y en los de los que no.

Dehaene cree que leer provoca probablemente una mejora en la percepción visual, pero que estos hallazgos preliminares indican que debe existir algo de competencia por los recursos disponibles, por lo que los lectores pagamos por esta facultad con una leve disminución de nuestra capacidad de percibir las caras. Según su hipótesis los analfabetos podrían ser mejores a la hora de reconocer patrones holísticos lo que es importante para reconocer caras, mientras que los lectores tendríamos un enfoque menos sistemático.

Referencia:

Cantlon JF, Pinel P, Dehaene S, & Pelphrey KA (2010). Cortical Representations of Symbols, Objects, and Faces Are Pruned Back during Early Childhood. Cerebral cortex (New York, N.Y. : 1991) PMID: 20457691

3 comentarios:

Antonio Orbe dijo...

No deja de sorprenderme lo interesante de tu blog. Enhorabuena de nuevo.
Respecto de la lectura y la escritura... y el lenguaje hablado. Está claro (Chomsky entre otros pero también Broca o la evidencia) de que nacemos con el cableado para el lenguaje hablado. Todos los humanos hablamos (salvo malformaciones o privación estimular grave). Está en nuestro cerebro en áreas bien identificadas. Sin embargo, el lenguaje escrito es cultura. No hay un cableado innato para leer o escribir. Debemos usar áreas no específicas para hacerlo. Y si bien leer es relativamente simple y exitoso, escribir a mano es un calvario para la mayoría de nosotros. Ser analfabeto es humano.
Por último, Dehaene, el autor tiene interesantísimas investigaciones sobre la conciencia: http://sinapsis-aom.blogspot.com/2010/02/la-conciencia-investigacion.html
Un saludo.

Maria dijo...

Que curioso, creo recordar que Judit Polgar (numero 1 en el ranking de mujeres ajedrecistas), a base de entrenamiento, había modificado la función del fusiforme (área relacionada con el reconocimiento facial) para reconocer patrones de jugadas de ajedrez.... impresionante la plasticidad cerebral. Cesar, aprendo mucho con tu blog, muchas gracias.

Ender Maub'Dib dijo...

Qué interesante. Se me ocurre, como ayuda para probar esta hipótesis, el inventar un lenguaje simple en el que tanto palabras como letra sean las mismas de izquierda a derecha como de izquierda a derecha.

Por ejemplo, utilizando círculos, cuadrados, triángulos y cualquier otro símbolo cuya imagen especular sea él mismo. Y palabras de la forma: YOY, HAIAH, VMUTTUMV...

Y tratar de enseñárselo a niños y adultos.