miércoles, 13 de junio de 2012

Sócrates y el efecto Dunning-Kruger (con referencia a algunos comentaristas de blogs y demás)




“Sólo sé que no sé nada”. ¿Cuántas veces habremos oído esta frase atribuida a Sócrates como justificación de la ignorancia? Sin embargo, esta sentencia no aparece en ninguno de los escritos en los que se cita al que era más sabio que ningún otro humano, parafraseando a la Pitia. De hecho, la comprobación de lo que en realidad quería decir nos desvelará que Sócrates estaba en realidad probablemente sujeto a un prejuicio cognitivo, el efecto Dunning-Kruger.

El dicho se suele atribuir al Sócrates de Platón. Sócrates no dejó nada escrito, por lo que lo que conocemos de él es lo que escribieron sus contemporáneos, especialmente Platón. En ninguna de las referencias de Platón a Sócrates aparece la expresión “Sólo sé que no sé nada”.

Sin embargo, en la Apología, la versión idealizada de la defensa que hizo Platón de Sócrates en el juicio a éste, encontramos: “Este hombre, por una parte, cree que sabe algo a pesar de no saber nada. Por otra, yo, igualmente ignorante, no creo saber algo”. Esta es la frase a partir de la cual se produce el salto, lógicamente falaz, del “no creo saber algo” al “no sé nada”. El autor no dice que no sepa algo sino que no puede, que nadie puede, saber con absoluta certeza, pero que puede tener confianza acerca del conocimiento de ciertas cosas (por ejemplo, de que el otro no sabe nada). Como es obvio, esta conclusión no la extraemos de esta frase aislada sino sobre el análisis del conjunto de la obra sobre Sócrates que han realizado varios autores.

Vemos pues que la ignorancia o, mejor, su admisión, no es una resultante sino un punto de partida para el conocimiento. Es la base del método socrático que se ilustra mejor en los primeros diálogos de Platón. El método consiste en simular ignorancia, la llamada ironía socrática, o admitirla como base sobre la que construir el conocimiento y establecer un diálogo con un supuesto experto, cuya confiada afirmación de conocer terminará siendo destruida. A partir de aquí ya se pueden desarrollar ideas más adecuadas.

Así, en Menón, un diálogo de Platón, aparece Sócrates diciendo: “Por eso ahora no sé lo que es la virtud; quizás tu lo supieses antes de que me contactases, pero ahora eres ciertamente como uno que no sabe”. En este punto el objetivo de Sócrates está claro, cambiar la posición de Menón, que era un firme creyente en su propia opinión y cuya afirmación de conocimiento Sócrates acaba de probar que es infundada.

Estamos ante el origen de la filosofía occidental que terminará resultando en lo que hoy conocemos como ciencia: Sócrates comienza toda sabiduría con el autocuestionamiento, con la propia admisión de ignorancia.

Pero veamos la misma cuestión desde un punto de vista diferente. En los diálogos socráticos de Platón el sabio es el que duda, el que se cuestiona, mientras que el verdadero ignorante es el que tiene muy clara cuál es la verdad, a la que ha llegado en muchos casos por sí mismo sin preocuparse demasiado de donde surge el conocimiento. Por otra parte, estos “sabios” no siempre reconocen su error, están pagados de sí mismos y se creen superiores a los demás. Estamos ante una ilustración del efecto Dunning-Kruger.

El efecto Dunning-Kruger se puede expresar de la siguiente manera: los peores trabajadores/estudiantes/participantes son los que menos conscientes son de su propia incompetencia. Toma su nombre de un estudio de 2003 que realizaron Dunning, Kruger y otros con estudiantes universitarios con respecto a los resultados de sus exámenes. Después los resultados han sido reproducidos en varias ocasiones, por ejemplo con estudiantes de medicina a la hora de evaluar su capacidad para realizar entrevistas de diagnóstico, con administrativos evaluando su rendimiento o con técnicos de laboratorios médicos calibrando su nivel de dominio del trabajo.

La razón de fondo parece estar en que los que peor lo hacen son incapaces de aprender de sus errores.

Una solución aparentemente simple es decirle directamente al incompetente que lo es y por qué. Pero no funcionará. Desafortunadamente, el incompetente habrá estado recibiendo ese tipo de respuesta durante años y no habrá sido capaz de enterarse. A pesar de los exámenes suspensos, los trabajos mal hechos, las risas, burlas y sesudas contraargumentaciones a sus comentarios en foros y blogs y la irritación que provocan sistemáticamente en los demás, el incompetente sigue sin creerse que lo sea.

Como Sócrates, las personas con verdadero talento tienden a subestimar lo buenos que son. Es la parte simétrica de este prejuicio: las personas inteligentes tienden a asumir que para los demás las cosas son tan fáciles y evidentes como para ellos, cuando lo que están haciendo es proyectar su propia luz y creer que ven un reflejo de la misma en los demás.

Estas ideas se conocen desde mucho antes que Dunning-Kruger y los demás investigadores las cuantificasen. Se pueden encontrar muchas citas al respecto, como esta de Bertrand Russell en la que se refiere a su tiempo, pero que como sabemos que es otro prejuicio cognitivo, podemos extrapolar a cualquiera: “Una de las cosas dolorosas de nuestra época es que aquellos que se sienten ciertos son estúpidos, y aquellos con algo de imaginación y comprensión están llenos de dudas e indecisión”.

En el mundo de Internet lo anterior tiene una consecuencia práctica inmediata: No alimentes al comentarista manifiestamente incompetente, es sólo una versión de troll que busca llamar la atención. Su problema es que no sabe, ni puede llegar a saber, que lo es.

11 comentarios:

Unknown dijo...

Una entrada muy interesante, la he disfrutado. Gracias.

Sékioz de Niafre dijo...

¿Un poco fatalista, no, la sentencia final? No es que crea que se deba de alimentar al troll, pero... choca un poco con las buenas intenciones del método socrático. Si más no, parecía que él lo llevaba bastante bien, eso de concienciar a la gente de su propia ignorancia (hasta que lo condenaron a muerte, claro, XD).

Anónimo dijo...

No me queda claro el corolario final del post. He leído a comentaristas de foros y blogs que por ir en contra del pensamiento dominante se les acusa de trolls y cosas peores. ¿Pero son trolls? Peor que los trolls son aquellos participantes de foros y blogs que hacen del insulto y la falacia ad hominem su guía de actuación. A Sócrates lo acusaron dos o tres especialistas en la falacia ad hominem, y aunque le ofrecieron escapar y evitar la condena, Sócrates decidió seguir la falacia hasta el final. ¿Fue Sócrates un incompetente por no escapar?

Anónimo dijo...

La idea del artículo es muy buena, los datos también, pero no me ha gustado nada la redacción del mismo. La encuentro innecesariamente extensa y mal esquematizada.

S2

Juan Manuel Dato dijo...

Maravilloso recopilatorio documental. Efectivamente, mi experiencia me dice que de 10 ideas que tengas, tu cautela te obliga a sólo mostrar una. Las otras nueve deben esperar a madurar hasta que sean sólidas, eficientes, fiables y funcionales. Muchos gustan de decir que las ideas se aprovechan en más del 10%, aquellos que aseguran tales cosas automáticamente no me fío de ellos.

Roberto dijo...

Lamentablemente, hoy día el troll tiene su propia cabecera (blog). Es increíble la cantidad de blogs de ciencia extremistas que existen, mostrando el efecto Dunning-Kruger en su apogeo. Precisamente la gente de ciencia deberíamos caracterizarnos por no tomar nunca las verdades como absolutas, cuando generalmente son verdades convenidas, y siempre deberíamos estar en el terreno del escepticismo razonable y de la duda acerca de nuestra propia percepción de la verdad; no hay progreso de otra forma.

Anónimo dijo...

Muy buen articulo. Completamente de acuerdo con todo lo dicho.

Anónimo dijo...

LIKEEE! Me gustó mucho, soy filósofo, y este analisis más cientifico es interesante y novedoso para mí :D

Sin embargo, no concuerdo con que haya que condenar a los ignorantes con la eterna admisión de su ignorancia... Una cosa es decir que Sócrates no pudo hamás hacer que los ignorantes admitan su igorancia, y otra muy distnta es creer que los ignorante jamás podrán superar su ignorancia admitiendola

Anónimo dijo...

En mi humilde opinion, sin conocer del tema y habiendo leido el articulo. Me atrevo a pensar, ¿el incompetente no logra ver su incompetencia o solo le echa la culpa a los demas para ocultarla? si bien es cierto que los errores que uno mismo reconoce ayudan a evolucionar nuestro pensamiento, tambien podria darse el caso de que uno realmente conozca el error pero no pueda evitarlo. (suponiemdo que el comentario cea un error y yo cepa que cea haci, pero de todas formas no pueda evitar redatar mal el comemtario)

Carambola dijo...

Hola, no creo que la razon de fondo sea la incapacidad de aprender de sus errores, esto es algo muy grave que no les permitiria aprender en general. Creo que podría tener relación con que no tienen experiencia de alguien más incompetente que ellos, y como suponemos que el conocimiento no viene de otro sitio que no sea este mundo, sin experiencia no tienen manera de conocerse a sí mismos en ese aspecto.

Brian de la Rosa dijo...

Me he encontrado con un buen artículo que explica el porque cuando cuestionas un hecho mal fundamentado e incorrecto en forma muy notable, siempre te topas con explicaciones redundantes y soberbias de como concebiste una pregunta tan necia y no caíste en cuenta de que el equivocado desde un inicio has sido tu mismo, falsa seguridad de conocimiento absoluto de un tema cualquiera, lo cual es imposible.