martes, 15 de noviembre de 2011

La conquista del libre albedrío.



El pasado 13 de noviembre Eddy Nahmias, profesor de filosofía de la Universidad Estatal de Georgia (EE.UU.) publicaba un interesante artículo en The Stone, un foro de discusión filosófica del New York Times, titulado Is Neuroscience the Death of FreeWill? (¿Es la neurociencia la muerte del libre albedrío?). Recomendamos leer el artículo en su totalidad, del que vamos a destacar los que consideramos sus párrafos fundamentales. A continuación pondremos la discusión en contexto y terminaremos exponiendo qué espacio, siempre según nuestra opinión, queda para el libre albedrío y cómo se conquista; pues no está dado por defecto y, por tanto, no todo el mundo lo tiene.

Estos son los párrafos que consideramos que encierran las premisas del argumento de Nahmias:

Las ciencias de la mente realmente nos dan buenas razones para pensar que nuestras mentes están hechas de materia. Pero concluir que la consciencia o el libre albedrío son, por tanto, ilusiones es ir demasiado rápido. Es como inferir a partir de los descubrimientos de la química orgánica que la vida es una ilusión sólo porque los organismos vivos están hechos de materia no viva. Mucho del progreso en la ciencia viene precisamente de comprender todos en términos de sus partes, sin sugerir la desaparición de los todos. No hay razón para definir la mente o el libre albedrío de una manera que cercena esta posibilidad para progresar.

[…] Pero primero necesitamos definir el libre albedrío de una forma más razonable y más útil. Muchos filósofos, incluido yo, entendemos el libre albedrío como un conjunto de capacidades para imaginar cursos de acción futuros, deliberar acerca de las propias razones para elegirlos, planificar las propias acciones a la vista de esta deliberación y controlar las acciones cuando se enfrentan a deseos competidores. Actuamos según nuestro propio libre albedrío en tanto en cuanto tenemos la capacidad de ejercer estas capacidades, sin presión irrazonable externa o interna. Somos responsables de nuestras acciones hasta el punto en que poseamos estas capacidades y tengamos oportunidad para ejercerlas.

Empecemos con el primer párrafo. ¿Si la mente es materia, implica ello que no hay libre albedrío? No necesariamente, como indica Nahmias. Pero tampoco se puede afirmar que esa posibilidad pueda excluirse. Lo único que podemos afirmar es que, si la mente es materia, está sujeta a las leyes que gobiernan la materia. Por lo tanto el problema se ve reducido en cierta manera a la posibilidad de la existencia de libertad en un universo determinista. ¿Es nuestro universo determinista?

Habitualmente se suele apelar a las fenómenos de la mecánica cuántica para encontrar algo de indeterminismo en el universo. Los que emplean este razonamiento suelen partir de unas hipótesis que pertenece al siglo XVII, en el que el determinismo consistía en afirmar la existencia de cadenas causales para cada fenómeno. Sin embargo, podemos afirmar sin temor a equivocarnos demasiado que el universo es determinista en un sentido estadístico. Yo no sé si un determinado átomo de yodo-131 va a desintegrarse en los próximos días, pero sí puedo afirmar que en los próximos ocho días la mitad de los átomos de yodo-131 presentes en la muestra lo habrán hecho, y usar este conocimiento para el tratamiento del cáncer. En este sentido, la ciencia macroscópica, el universo a efectos prácticos, es determinista. ¿Es posible la libertad en un universo así?

En el segundo párrafo, Nahmias nos da una definición de libre albedrío. De ella vamos a destacar esta expresión “sin presión irrazonable externa o interna”. No vamos a entrar aquí en detalle, que el lector puede encontrar fácilmente incluso sin salir de este blog, pero esta es la verdadera clave. La genética, la fisiología, la neurociencia y la psicología demuestran que nuestros genes y nuestro entorno moldean nuestra personalidad y ésta, a su vez, marca nuestras tendencias ( a ser felices, a deprimirnos, actividades que nos gustan, etc.); que nuestra herencia evolutiva nos hace percibir y conocer el mundo de determinada manera haciendo que nuestro encéfalo cree un mundo que nosotros pensamos que es real; que nuestras percepciones, decisiones y juicios se ven afectados por los niveles (natural o artificialmente inducidos) de determinadas sustancias en nuestra sangre; que la abrumadora mayoría de las decisiones que tomamos son inconscientes; y que, finalmente, tendemos a racionalizar nuestras decisiones una vez tomadas. De forma más o menos deliberada todos estos condicionantes son usados por vendedores, psicólogos, jefes, diseñadores, propagandistas, fundadores de sectas, gurúes varios, manipuladores en general y estafadores en particular, para lograr sus fines. Conociendo todo esto, ¿es razonable pensar que pueda existir el libre albedrío?

Nahmias expresa su conclusión de esta manera (negritas mías):

Por tanto, ¿significa la neurociencia la muerte del libre albedrío? Bueno, podría ser si demostrase de alguna manera que la deliberación consciente y el autocontrol racional no existiesen realmente o que funcionasen en un rincón protegido del cerebro que no tuviese influencia sobre nuestras acciones. Pero ninguna de estas posibilidades es probable. Es cierto, las ciencias de la mente continuarán demostrando que la consciencia no trabaja exactamente de la manera en que pensábamos, y ya sugieren limitaciones significativas a la extensión de nuestra racionalidad, autoconocimiento y autocontrol. Estos descubrimientos sugieren que la mayoría de nosotros poseemos menos libre albedrío de lo que tendemos a creer, y puede que alimenten debates sobre nuestros grados de responsabilidad. Pero no demuestran que el libre albedrío sea una ilusión.

Tiendo a estar de acuerdo con este párrafo. Esto es, vivimos en un universo estadísticamente determinista, en el que, suponiendo que el libre albedrío pueda existir, está demostrado que nuestra libertad de juicio y de toma de decisiones está muy limitada. Somos muchísimo menos libres de lo que pensamos que somos. No obstante, ello no implica que deje de tener sentido la responsabilidad ética o penal; sin embargo, sí debería tener consecuencias para las formas que deban adoptar los castigos y/o tratamientos de los responsables.

Y es que el libre albedrío, desde nuestro punto de vista, no viene dado, no es la opción por defecto del ser humano. Este libre albedrío tan limitado debe ser conquistado mediante el conocimiento, el autoconocimiento y el del mundo. La existencia de las matemáticas y la lógica (no debe confundirse con su historia o con los matemáticos, individual y colectivamente) en sus distintas formas es la expresión de que este espacio de libertad es alcanzable: la racionalidad libre de sus condicionantes humanos. De la misma forma que el autoconocimiento es la recomendación filosófica por excelencia, el “conócete a ti mismo” que Platón pone reiteradamente en la boca de Sócrates, la idea de que la libertad personal debe ser conquistada por el conocimiento es central en la filosofía de Spinoza.

Efectivamente, Spinoza considera que somos esclavos mientras estemos bajo el control de los procesos mentales propios que no comprendemos, y tan libres como seamos capaces de comprender creativamente el universo, incluyendo nosotros mismos. La ciencia de hoy parece darle la razón.

6 comentarios:

Orlando dijo...

Me encanta este blog; desde que lo descubrí, lo visito diariamente y leo todo lo que se publica en él. He disfrutado de la inmensa mayoría de las entradas, por no decir de todas. Pero he de admitir que ésta ha sido la entrada que, con diferencia, me ha gustado más de todas las que he leído en él hasta la fecha.

Lo veo muy difícil, pero seguiré leyéndolo con la esperanza de encontrar algo aún mejor. Muchas gracias, César, por todo tu esfuerzo.

El autor dijo...

Qué digan lo que quieran los filósofos acerca del libre albedrío; los neurocientfíficos han medido la actividad cerebral (la decisión) antes de que el sujeto sea consciente de su toma.

Alberto de Francisco dijo...

Disiento en la manera de abordar el problema del libre albedrio en los humanos (o en el resto de seres vivos).

Dices: "el problema se ve reducido en cierta manera a la posibilidad de la existencia de libertad en un universo determinista".

No creo que sea el determinismo de nuestro universo el que afecte a nuestro libre albedrio. NO por tener un universo no determinista se desprendería el libre albedrio de los humanos.

Mi concepto de libre albedrio es que es una experiencia subjetiva, interna a nosotros. Podemos decir que es, aunque suene paradógico, una ilusión.

De hecho creo que libre albedrio y consciencia responden a una misma realidad. Porque somos conscientes sentimos nuestro libre albedrio, o porque sentimos que tenemos libre arbitrio nos sabemos conscientes.

¿Puede alguien imaginar un ser comsciente que tuviera la certeza de no tener libre arbitrio? Consciencia es capacidad de decisión.

@JoséAntonio Que tengamos percepción tardía de nuestras decisiones no significa que estos sean deterministas.

Libertariano dijo...

La respuesta que da el mismo Nahmias a su pregunta es "No". Ya que para llegar a la conclusión de que sobrevaloramos intuitivamente nuestra capacidad de elección no hace falta la neurociencia. Ya estaba en Platón.

Por otra parte, se pasa superficialmente de largo sobre los argumentos ontológicos de la mecánica cuántica que maneja Penrose en La nueva mente del emperador, tanto contra los presupuestos de la Inteligencia Artificial fuerte como este "imperialismo" de la neurología que en los periódicos se está tratando con la banalidad de una moda. Moda a la que muchos neurólogos se están apuntando con frivolidad y ansias de hacer dinero con la divulgación antifilosófica que tanto vende (también Hawking se apunta en su último libro de divulgación en Física al mantra de que "philosophy is dead")

En última instancia los neurólogos reduccionistas usualmente manejan un materialismo vulgar y mecanicista típico del siglo XVIII. Pero del mismo modo que "la vida" es un fenómeno emergente que no se puede reducir linealmente a fenómenos físicos y químicos, tampoco "la mente" se puede reducir a cuestiones neuronales.

Saludos

Helena dijo...

No sabemos si una determinada partícula atómica se va a desintegrar, pero sabemos que en un determinado intervalo se desintegra un número determinado de partículas. Es como decir que no sabemos si un determinado grano de arena de un reloj de arena habrá caído al depósito inferior en, pongamos, medio minuto. En un rio puede ocurrir que una determinada molécula de agua entre en un remolino, mientras la mayoría de moléculas caen por la catarata, y la molécula que hemos elegido permanece largo tiempo en el remolino, pero esto es determinismo, no es libre albedrío.
La verdad es que nuestra propia esencia, aquello que nos hace animales humanos, condiciona muchos de nuestros comportamientos: para vivir debemos comer, beber, etc. Muchos de estos comportamientos son modulados por la sociedad a la que pertenecemos, de esta manera, algunos animales no se consideran apropiados para el consumo humano, pero lo cierto es que quizá tengan el mismo valor alimenticio que otros que comemos. Siguiendo con el ejemplo, algunas sociedades consideran no apropiada comida que nosotros consideramos apetecible. Así podríamos seguir con muchas formas de comportamiento. Por decirlo de alguna manera necesitamos comer, beber, hablar, etc. pero la sociedad en la que vivimos nos indica que comportamientos son apropiados a la hora de comer, beber, o hablar, etc. ¿Queda algún lugar para el libre albedrío?

eBancito dijo...

No creo que la filosofía haya muerto, ni creo que lo haga nunca.
Una de las bases de la ciencia moderna es que ninguna respuesta es definitiva. Demasiadas veces han caído "verdades dogmáticas" para no ser conscientes de ello.
En lo que más coincido es en que no nos queda más remedio que seguir investigando y aprendiendo.
Algo en el interior de algunos hombres hace que el conocimiento vaya avanzando a duras penas. En ocasiones, los otros hombres han echado por tierra sus titánicos esfuerzos por comprender y recopilar información, demasiados ejemplos. Aún así esa casta de humanos persevera y hemos llegado a un punto donde existen más científicos e investigadores en activo, que la suma del resto de investigadores de toda la historia conocida.
Al fin nos vamos liberando de credos absurdos que nos aprisionaban y ahora empiezan a gozar de reconocimiento y fama.
Digo esto porque la neurociencia parece sacada de una novela de Isaac Asimov. Si alguien le dijera a un psicólogo de hace cien años, que digo cien, de hace cincuenta, que se podría estudiar un cerebro vivo funcionando le parecería subrealista...
Dejemos que esta nueva fuente de conocimientos crezca y que sus verdades vayan cayendo, para eso está la filosofía, que es la que da sentido a toda esta amalgama de información que se sucede, ahora si, a un ritmo vertiginoso.