miércoles, 22 de mayo de 2013

El divulgador frente al relativismo



Afortunadamente la ciencia, como la naturaleza a la que pertenece, no está limitada ni por el tiempo ni por el espacio. Pertenece al mundo, y no es de ningún país o época. Cuanto más sabemos, más sentimos nuestra ignorancia; más sentimos cuánto queda desconocido; y en filosofía el sentimiento del héroe macedonio nunca puede aplicarse: siempre hay nuevos mundos por conquistar.

Esta cita pertenece a un discurso que Humphry Davy, uno de los más eminentes científicos del siglo XIX, dirigió a los miembros de la Royal Institution en 1825. En este breve texto se ponen de manifiesto, por una parte la fe en un progreso sin límites para la ciencia y la paradoja del conocimiento, cuanto más conocemos más somos conscientes de lo que no sabemos y, además, lo desconocido parece ser cada vez mayor que lo que se conoce. Pero, cabría plantearse, ¿en qué consiste el progreso científico? ¿realmente es ilimitado? Y ya puestos, ¿es racional?

Estas preguntas podrían parecer intrascendentes para la investigación científica como tal, esto es, el investigador buscará sus resultados independientemente de si existe el progreso en ciencia o no, otra cosa es que sus posiciones filosóficas le influyan más de lo que está dispuesto a reconocer. Pero, tal y como yo lo veo, no son intrascendentes en absoluto para un divulgador científico. El divulgador debe contextualizar lo que cuenta, ponerlo en perspectiva, muchas veces histórica, y en bastantes casos su posicionamiento, consciente o inconsciente, sobre el progreso científico será el que marque su enfoque de los hechos que intenta explicar. No sólo eso, parte de su público objetivo tendrá probablemente una posición diferente y esta diferencia será un obstáculo para la transmisión del conocimiento. De hecho, cuanto más “de letras”, más dificultades. Por ello, tener una idea, aunque sea aproximada, de en qué formas diferentes podemos entender el progreso científico sería de utilidad para que el divulgador pudiera hacer llegar mejor su mensaje o, al menos, comprender mejor las reacciones de partes de su audiencia.

En lo que sigue analizaremos someramente, y sin ánimo de ser exhaustivos, lo que desbordaría los límites de este artículo, tres visiones fundamentales del progreso científico que científicos y divulgadores suelen tomar como propias. Es posible que el amable lector descubra y se identifique claramente con una de ellas, considerándola “de cajón”, o con una combinación lineal de las tres. Para finalizar veremos una cuarta que suele ser frecuente, explícita o implícitamente, en una parte no menor del público teóricamente objetivo y que está en la raíz de parte del rechazo a la ciencia, sus métodos y resultados, dificultades de comprensión aparte: hablamos del relativismo.


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