miércoles, 29 de abril de 2009

Los datos fósiles y los moleculares, ¡cuadran!

Durante un seminario en otra institución hace algunos años, al paleontólogo de la Universidad de Chicago David Jablonski se le hizo una pregunta bastante hostil: ¿Por qué molestarse en clasificar los organismos en función de su apariencia física, no digamos analizar su dinámica evolutiva, cuando las técnicas moleculares ya habían invalidado ese enfoque?

Durante más de dos décadas, el debate entre biólogos y paleontólogos acerca de la fiabilidad de sus diferentes métodos ha tenido sus altos y bajos. Hasta ahora, la atención se ha centrado en la completamente distinta historia evolutiva de ciertas especies según los fósiles o la genética.

Los científicos que emplean técnicas moleculares afirman que la genética determina con mucha mayor precisión las relaciones evolutivas que lo que lo pueda hacer la comparación de las características físicas conservadas en los fósiles. Pero, ¿hasta que punto son realmente imprecisos los fósiles? Jablonski y John A. Finarelli, de la Universidad de Michigan, han publicado la primera evaluación cuantitativa de estas supuestas discrepancias en los  Proceedings of the National Academy of Sciences.

Compararon los datos moleculares con los datos basados en las clases de características usadas para distinguir líneas fósiles para 228 mamíferos y 197 moluscos a nivel de género (por ejemplo, tanto los perros como los lobos pertenecen al género Canis)

Independientemente de como lo mirasen, la líneas definidas por sus formas fósiles “mostraban un ajuste imperfecto pero bastante bueno con los datos moleculares”, dijo Jablonski. Los ajustes eran generalmente mucho mejores que el azar. Las pocas excepciones incluían las almejas de agua dulce, “un completo desastre”, en palabras del autor del estudio.

Lo siguiente que hicieron Jablonski y Finarelli fue un nuevo análisis de los ajustes pero centrándose en rangos geográficos y tamaño corporal. El resultado: un encaje “espectacularmente robusto” entre los datos fósiles y moleculares.

Jablonski interpreta estos resultados como buenas noticias para los estudios evolutivos. El trabajo respalda una amplia variedad de análisis entre animales vivos y fósiles, desde tendencias en el incremento del tamaño corporal en líneas de mamíferos, hasta las tremendas subidas y bajadas en la diversidad de los registros fósiles de las explosiones evolutivas  y de las extinciones masivas.

 “Nuestro trabajo también apunta a nuevas colaboraciones con la biología molecular, ya que hemos aclarado los desajustes que de hecho encontramos”

 

Más información: "Congruence of morphologically-defined genera with molecular phylogenies," by David Jablonski and John A. Finarelli; Proceedings of the National Academy of Sciences,  edición online de la semana 27 abril al 1 de mayo.

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