jueves, 9 de junio de 2011

Químicos Modernos: Gladys Anderson Emerson, todo doble.



Gladys Anderson fue la hija única de unos padres de ascendencia sueca. Aunque había nacido en Kansas (EE.UU.), en 1903, doce años después llegó a Oklahoma tras haber vivido en Texas. Gladys era una estudiante ávida, todo le atraía y todo lo devoraba, y brillaba en matemáticas, historia, latín, química y música. Sus padres querían que fuese maestra, una profesión honorable y adecuada para una señorita, por lo que se matriculó en el Oklahoma College for Women (lo que ahora es la Universidad de Artes y Ciencias de Oklahoma), donde obtendría dos títulos, uno en química (BSc) y otro en historia (A.B.)

Gladys deslumbró en la universidad y se encontró, entre otras ofertas, con que dos departamentos de Stanford, química e historia, le ofrecían puestos de profesora asistente. Gladys escogió historia: en 1926, con 23 años, recibía un máster doble de Stanford, en historia y economía. Pero entre sus obligaciones de asistente y sus estudios, a Gladys le quedaba tiempo libre, que dedicaba a asistir a cursos de química física, por aquello de que era una asignatura que combinaba matemáticas, química y física y le permitía seguir en contacto con la ciencia. En 1927 le surge la oportunidad de estudiar el doctorado en Berkeley en nutrición y bioquímica. Y es que Gladys cada vez se veía más atraída por la bioquímica.

En 1932 Gladys obtenía, como ya era tradicional en ella, un doctorado doble, en nutrición animal y bioquímica, que era el que se suponía tenía que hacer, y en química orgánica, que se encontró por el camino. Ese mismo año se casaría con un colega, Oliver Emerson. Desde ese momento Gladys usaría su apellido de casada.

Los Emerson estuvieron 18 meses en la Universidad de Göttingen (Alemania) con una beca postdoctoral, donde Gladys tuvo la fortuna de trabajar con Adolf Windaus y Adolf Butenandt, el primero ya con un premio Nobel de química (1928) y el segundo que trabajaba en esos momentos en la investigación que en unos años le proporcionaría el suyo (1939), que la iniciaron en el mundo de las vitaminas. Si bien profesionalmente la estancia fue muy fructífera, en lo personal no lo fue tanto ya que, durante ella, el Partido Nacionalsocialista llegaría al poder, partido al que se afiliaría Butenandt poco después (1936).

Tras la estancia alemana Gladys vuelve a Berkeley, al laboratorio de Herbert Evans, que era director del Instituto de Biología Experimental de la Universidad de California. Evans había identificado y nombrado la vitamina E en 1922 pero no había conseguido aislarla.

Durante tres años Gladys y su marido trabajaron con Evans en el aislamiento de la vitamina E a partir de sus fuentes naturales. Finalmente, en 1936, el equipo consiguió su objetivo a partir del aceite de germen de trigo, obteniendo una forma pura de la vitamina E a la que llamaron tocoferol. Gladys y Evans continuaron con el trabajo hasta identificar dos formas más en las que puede aislarse, alfa-tocoferol y beta-tocoferol. Sus investigaciones allanaron el camino para que posteriormente se pudiese determinar la estructura de la vitamina E y, de ahí, su síntesis artificial.

Que la deficiencia de vitamina E afecta a los niveles de fertilidad de los animales de laboratorio era algo conocido años antes de que Gladys comenzase su investigación. Durante su etapa en Berkeley, Gladys (ya divorciada de Oliver Emerson) lleva a cabo estudios para confirmar la relación entre vitamina E y fertilidad. Fue Gladys quien demostró que una privación controlada en la dieta de vitamina E provoca una reacción en los conejos de laboratorio muy similar a la distrofia muscular.

Su trabajo empieza a valerle el reconocimiento que merecía. En 1942 recibió una oferta para unirse al Instituto Merck para la Nutrición Terapéutica, localizado en Nueva Jersey, al otro extremo del país. Allí ella dirigiría un laboratorio en el que investigaría todo el complejo de vitaminas B. Gladys probó que existía una conexión entre las dietas con déficit de vitamina B y problemas en el desarrollo, los ojos, la piel, el hígado, los riñones y otros órganos internos (hoy día las madres gestantes suelen tomar un suplemento de vitamina B9, ácido fólico). También se centró en métodos más efectivos de administrar las vitaminas.

Gladys ya tenía una sólida reputación a sus espaldas y la Universidad de California en los Ángeles (UCLA) quería llevarla de vuelta a California. Para ello le ofrece la jefatura de un departamento, pero claro, de uno del que pueda ser jefe una mujer sin que nadie se escandalice. En 1956 Gladys se convierte en la nueva jefa del departamento de economía doméstica de UCLA, además de profesora de nutrición. Allí vuelve a enseñar y continúa investigando. En 1962, Gladys dobla una vez más y simultanea su cargo en el departamento de economía doméstica con el de subdirectora del de salud pública.

A pesar de su enorme carga lectiva y administrativa Gladys siguió investigando, reconocida por sus iguales y empezando a cosechar multitud de premios y reconocimientos. Impartió conferencias en universidades de todo el mundo y fue autora de más de 120 artículos que todavía hoy se citan en la literatura sobre nutrición y cuyos resultados aparecen en los libros de texto. Admitía más estudiantes de postgrado que cualquier otro profesor, especialmente asiáticos, que acudían a ella por su serenidad, amabilidad, rigor y ética de trabajo (hay toda una escuela japonesa de nutricionistas que empieza con ella).

Murió, de cáncer, en 1984 en California. Fue enterrada en Oklahoma junto a sus padres.

Como dijo Thomas Jukes, nutricionista en Berkeley y amigo de muchos años de Gladys: “Recordamos a Gladys primero como un gran científico, después como una pionera entre las mujeres científicas”. Científica y pionera, en la vida de Gladys Anderson Emerson, todo doble.


Como homenaje a Gladys, esta entrada participa doblemente:
en la V Edición del Carnaval de Biología que organiza Feelsynapsis.
en la V Edición del Carnaval de Química que organiza Scientia.





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